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Origenes
La Fundación José María de Llanos se creó con el propósito de ofrecer a los vecinos de Vallecas, El Pozo y Entrevías, y especialmente a sus jóvenes, nuevas posibilidades de formación, educación, inserción laboral y participación social. Formación, educación y participación son los tres ejes que definen con brevedad, pero con precisión, los fines de la Fundación.
La Fundación José María de Llanos tiene sus antecedentes históricos en los años 50, cuando el propio Padre Llanos crea la Fundación “Santa María del Pozo”, de dónde legalmente nacería la actual, el 17 de junio de 1987. La Fundación partió del compromiso que el propio José María de Llanos había querido adquirir con nuestro barrio y encarna una parte de la obra social que dejó en El Pozo. Esa mentalidad de servicio y la tarea de promocionar el desarrollo social y cultural fueron las raíces de un estilo que hoy está dando sus mejores frutos.
Desde los comienzos nuestra tarea ha estado dirigida a la formación y acogida. Primero fueron los trabajadores que llegaron a la capital en busca de empleo y futuro. Estos trabajadores compartieron con el propio José María de Llanos el llamado “Común de Trabajadores”, un espacio de escasísimos medios y reducidas proporciones, como se puede imaginar, dadas las limitaciones del tiempo y el lugar, pero que, sin lugar a dudas, ayudó a forjar gran parte de la filosofía y los principios de lo que, andando el tiempo, constituimos en la actualidad. El “Común de trabajadores” fue un espacio que permitió la convivencia en momentos difíciles, donde prosperó el trabajo en equipo, la tolerancia y la solidaridad; y proporcionó la formación necesaria a los trabajadores para optar con garantías a un puesto de trabajo. Eran tiempos difíciles y las experiencias sociales escaseaban y, nos satisface que nuestra experiencia sirviera de punto de partida a otras acciones similares y ayudara a crear una nueva conciencia solidaria basada en la justicia.
El fondo de aquella experiencia fue la acogida, con dignidad, y la oferta de oportunidades a los que llegaban en condiciones de desigualdad. Formación, capacitación y empleo eran los requisitos indispensables para que las condiciones de vida del barrio mejorasen y prosperase un sentido de la solidaridad que estuvo entonces presente y, nos enorgullece saber, sigue estando vivo. El “Común de trabajadores” se convirtió para muchos en un segundo hogar del que saldrían líderes sociales y los primeros profesionales de El Pozo del Tío Raimundo.
Junto a la experiencia de acogida de trabajadores, nació la escuela de formación profesional que se denominó “Primero de Mayo”, en recuerdo y señal del compromiso de los trabajadores con la defensa de sus propios derechos y con los valores democráticos. Esta escuela funcionó con medios humildísimos pero con la convicción de ser una aportación social y educativa extraordinaria en el barrio.